Antonio Fontán, antiguo director del diario Madrid, expresidente del Senado y único periodista español galardonado con el World Press Freedom Hero del Instituto Internacional de Prensa ha fallecido esta semana en Madrid. El recientemente nombrado marqués de Guadalcanal fue uno de los impulsores de la actividad cultural en el Colegio Mayor Albayzín durante sus primeros años de historia.
ALBAYZIN, CINCUENTA AÑOS (Antonio Fontán)
En 1945, cuando el Colegio Mayor del Albayzín abrió sus puertas, Granada era “muy universitaria”. No porque el número de estudiantes fuera especialmente elevado en relación con la población, como ocurría en otros lugares de España y de toda Europa, sino porque la Universidad era una de las instituciones que determinaban el perfil de la ciudad.
Efectivamente, entre los componentes sociales de Granada, la Universidad, con sus cinco facultades, entre las que la de Farmacia era una de las cuatro únicas de España, constituía uno de los elementos de mayor prestigio y de más peso e influencia de la vida granadina. Disfrutaba de un profesorado que no tenía nada que envidiar al de otros centros similares del país, y que en gran parte estaba integrado por granadinos de solera o de adopción, pero estabilizados aquí, lo cual otorgaba un alto grado de estabilidad al claustro docente. Pero, además, tenía instituciones propias y otras relacionadas con la vida y el trabajo de los universitarios. Algunas de ellas continuaban viejas tradiciones, y todas gozaban de crédito en sus respectivos campos: el Colegio Mayor de San Bartolomé y Santiago, el Hospital Universitario, la Escuela de Estudios Árabes de la Cuesta del Chapiz, la Abadía y el Colegio del Sacromonte, la Estación científica del Zaidín, etc.
El Colegio Mayor del Albayzín fue desde el principio un Centro universitario más que vino a sumarse a la ciudad de los estudios granatense. Modesto en sus comienzos, y más desarrollado después, desde él se promovieron actividades académicas y de extensión universitaria, cursos de verano, conferencias e iniciativas culturales, sociales, asistenciales (particularmente en el necesitado barrio próximo al Colegio) y deportivas, en las que junto a los colegiales participaban compañeros suyos de las diversas facultades. Granada y su Universidad acogieron enseguida al Colegio como algo propio y le prestaron el calor de su asistencia y de su apoyo.
El Carmen de la Maravillas, con su incomparable emplazamiento, se recortaba en el horizonte urbano como un centro universitario más, antes de que se alzaran las modernas instalaciones de la “Granatensis” en sus actuales terrenos. Y junto a su entrañable silueta, a sus pies el Carmen de abajo” como se le llamaba, que había sido la residencia del estimable pensador y maestro, granadino de adopción, D. Alberto Gómez Izquierdo.
Al evocar el recuerdo de aquel Colegio del Albayzín de los años cuarenta y cincuenta, no puedo dejar de mencionar a algunos de los grandes universitarios que nos ayudaron con su inapreciable colaboración. La lista sería larga. Sólo ofreceré en estas líneas los nombres de algunos de los más ilustres desaparecidos. En primer lugar Antonio Gallego Burín y Antonio Marín Ocete (mi Decano y mi Rector de entonces), más Eduardo Ortiz de Landázuri, Emilio Orozco, Enrique Gutiérrez Ríos, Ángel Osorio, Juan Osorio Morales, Ángel Hoyos de Castro, el Canónigo D. Angel Guevara, etc.
Los testigos de aquellos años guardamos un recuerdo indeleble de ellos y de los demás universitarios que el espacio de estas pocas líneas no da lugar a enumerar. Pero los veteranos de aquel Albayzín hacemos memoria de ellos con gratitud. Y desearíamos que los más jóvenes también apreciaran su personalidad y su ayuda al Colegio en el periodo inicial de su ya dilatada existencia, aunque no hayan disfrutado del privilegio de conocerlos.
Antonio Fontán
Catedrático Emérito de la Universidad Complutense.
Ex-presidente del Senado y Ex-Ministro de Administración Territorial.
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